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martes, 31 de marzo de 2020

Tiempos de virus y vacunas


¿Qué es un virus?
Los virus son partículas formadas por ácidos nucleicos, es decir, moléculas largas de ADN o ARN, rodeados de proteínas, con capacidad para reproducirse a expensas de las células que invaden. Se hallan en casi todos los ecosistemas de la Tierra y son el tipo de entidad biológica más abundante.​ También son los más diminutos, la mayoría unas cien veces más pequeños que las bacterias, del orden de unos 10 nanómetros, es decir, 0.00001 mm. Eso significa que hay que poner aproximadamente cien mil virus en fila para cubrir 1 mm. Desde el punto de vista de la evolución de otras especies, los virus son un medio importante de transferencia horizontal de genes, la cual incrementa la diversidad genética. Estas cadenas de moléculas mutan, las de ADN más lento que las de ARN pero ambas a un ritmo superior a cualquier ser vivo.
Además de los mecanismos naturales que nuestro cuerpo tiene para defenderse de los virus, el ser humano ha inventado otra forma de protegerse que son las vacunas. Su producción ha mejorado a lo largo del tiempo y aquí contaremos cómo se trabaja en la actualidad para encontrar una vacuna efectiva.
El desarrollo de las vacunas
El desarrollo de vacunas está viviendo una nueva era. Pero en un momento en que la investigación sobre vacunas está tan avanzada, con la irrupción de enfermedades nuevas como el Covid-19, surgen varios interrogantes.
Durante las últimas décadas, brotes como el del ébola o el zika han exigido a la comunidad científica y a la industria farmacéutica que ‘pise el acelerador’. Tanto en el desarrollo de tratamientos para los afectados como en vacunas para prevenirlas. Mientras que a la hora de encontrar el tratamiento más adecuado existe la posibilidad de probar fármacos aprobados para otras indicaciones, en el caso de las vacunas se complica. Existe el antecedente de las vacunas contra la gripe, que se desarrollan a un ritmo más rápido que el resto.
Una de las principales preocupaciones que comparten los investigadores es lograr una vacuna a tiempo para frenar el brote. Ya se cuenta con antecedentes en casos como el zika o el ébola donde las epidemias se detuvieron antes de que se encontrase una vacuna. Esto trastocó los planes de las autoridades regulatorias y agencias de financiación, quienes tuvieron que reasignar los fondos que habían destinado a este fin. Otra de las repercusiones de este hecho es que las compañías que estaban trabajando en el desarrollo de la vacuna sufrieron grandes pérdidas.
Otras compañías decidieron seguir con el desarrollo de la vacuna a pesar de la detención del brote. En estos casos, pudo utilizarse en los brotes más recientes que ha habido de esta enfermedad en la República Democrática del Congo.
El objetivo es desarrollar reservas de vacunas en investigación para cada patógeno una vez que estas hayan completado los ensayos en fase 2. Desde este punto, se esperará a que se sometan a ensayos clínicos en los futuros brotes que puedan surgir.
Para poder responder a la aparición de nuevas enfermedades infecciosas, ya se están desarrollando diversas plataformas. De entre ellas, las basadas en ADN y ARN, así como las de subunidades recombinantes son las que tienen un mayor potencial de velocidad.
La principal ventaja de las vacunas de ARN y ADN radica en que se pueden desarrollar rápidamente porque no precisan de cultivo ni fermentación. Para desarrollarlas se utilizan procesos sintéticos. Además, los investigadores señalan que con la experiencia acumulada con estas tecnologías para vacunas oncológicas, se pueden facilitar las pruebas y su rápida liberación.
Hasta el momento no hay vacunas ARN aprobadas. Aun así, varias de ellas han entrado ya en fase de ensayos clínicos y los reguladores tienen conocimientos y experiencia para revisar las solicitudes sobre este tipo de vacunas.
En condiciones normales, el desarrollo de una vacuna puede extenderse durante varios años. Se requieren diferentes candidatos, y es necesario probar la eficacia y seguridad de los mismos hasta conseguir una que cumpla los criterios. Como consecuencia del alto margen de error de la I+D en vacunas, los desarrolladores suelen seguir un proceso lineal. En este, se detienen en cada fase para realizar un análisis pormenorizado de los datos.
Esto se aplica al desarrollo habitual de vacunas. En el contexto de una nueva pandemia, como es el caso, el objetivo es iniciar cuando antes su investigación y desarrollo. Para ello, se arranca rápidamente el proceso de investigación, ejecutando los pasos que sea posible en paralelo. A veces no se corroboran igual que en los casos más habituales los datos de una determinada fase para pasar cuanto antes a la siguiente, lo que también repercute en un riesgo financiero elevado. Una de las medidas que se está aplicando con la vacuna del SARS-CoV2 es la de empezar las experiencias en humanos antes de finalizar la fase en modelos animales.
Producción de la vacuna
Cabe destacar también que en algunos casos se trata de acelerar la Fase 2 de los ensayos para finalizar el estudio cuanto antes. En estos casos, se plantea la producción de la vacuna antes de contar con datos sólidos de seguridad e inmunogenicidad. En este sentido es importante garantizar que se cumplen todos los criterios antes de pasar a la producción a gran escala de este producto.
Tampoco hay evidencias acerca de que las nuevas plataformas de desarrollo de vacunas posean una alta escalabilidad. Esto hace que sea más importante si cabe asegurar que las vacunas van a ser eficaces y seguras para centrar la producción en aquellas que vayan a otorgar mejores resultados.
Como ya se ha planteado en varios países, realizar ensayos clínicos en este contexto genera unos desafíos adicionales. Entre ellos, identificar aquellos puntos donde es necesario que haya más participantes para hacer que la vacuna esté disponible en ellos. Asimismo, hay que prever el período en que vaya a haber una mayor eclosión de vacunas en pruebas para no sobrecargar a las agencias reguladoras con resultados de múltiples ensayos.
En el caso de que la pandemia de Covid-19 termine de manera abrupta y antes de que se cuente con una vacuna, se anima a no detener el desarrollo de la misma. Los expertos apuntan a que se siga trabajando en su desarrollo para evitar que se repita un brote de estas características. Tampoco creen que se deba dejar de lado un sistema de financiación global para asegurar una producción a gran escala. En este consideran fundamental la combinación de dos factores: evitar las pérdidas de los socios del sector privados y asegurar que la vacuna esté disponible en todos aquellos puntos del globo donde se necesite.
Laboratorios de todo el planeta se encuentran en una carrera contrarreloj para dar con la vacuna que frene el progreso de la pandemia del Covid-19. Días después de que China compartiera el genoma de este coronavirus, los investigadores comenzaron rápidamente las primeras etapas de investigación y desarrollo. Aún así, a pesar de los retos a los que se enfrenta el desarrollo de la vacuna, el mayor problema no es diseñar la vacuna, sino comprobar su seguridad y eficacia en humanos, lo que puede demorarse al menos un año. Las vacunas atenuadas son las que más se han utilizado al ser las más eficaces ya que desarrollan inmunidad frente a todos los componentes virales. “Estas vacunas se han ido modificando a lo largo del tiempo para conseguir una mayor seguridad y hay muchos modelos en la actualidad” 
las vacunas de ácido nucleico son las que están más en activo, “sobretodo las de ARN porque son muy seguras, no tienen efectos adversos y están demostrando eficacia tanto en cáncer como contra patógenos. Este modelo de vacuna ARN es una de las que se están ensayando en fases clínicas frente al coronavirus
Los grupos de investigación de todo el mundo están desarrollando estrategias a pequeña escala para demostrar la seguridad y eficacia de las vacunas en la fase I. Los laboratorios la producirán a gran escala sin ningún problema una vez que se sepa que antígeno es el mejor.