El investigador del CONICET Joaquín Cochero es uno de los principales desarrolladores de tres apps colaborativas que buscan sumar información a las investigaciones sobre mosquitos, vinchucas y ambientes de agua dulce a partir del aporte ciudadano.
La ciencia ciudadana o participativa
hace referencia a las personas que aportan al abordaje de problemas
científicos. Ejemplo del nexo entre los investigadores formales y los
científicos ciudadanos son tres aplicaciones desarrolladas en el país: AppEAR, un
proyecto para estudiar los ambientes acuáticos de agua dulce; Caza Mosquitos,
una aplicación que busca crear una base de datos de distribución de vectores de
contagio, y GeoVin, una iniciativa para reportar la presencia de vinchucas.
Caza Mosquitos “es un proyecto que
estudia la distribución del Aedes Aegypti en el país” y que ya hay 3.500
ciudadanos registrados en la aplicación, con 300 reportes válidos. Esa
información pasa a una base de datos nacional, con nexo a un registro mundial
de la biodiversidad. GeoVin, precisó, “es parte del estudio que hace el Centro
de Parásitos y Vectores de La Plata sobre la distribución de vinchucas”,
relacionado específicamente con la enfermedad de Chagas. Acá hay 700 personas
registradas, con 100 informes nuevos. Por último, AppEAR, resaltó, “se
involucra en el estado ecológico de los ambientes acuáticos”. En este caso, los
científicos ciudadanos son 750 y los reportes, cerca de 400, con datos sobre
lugares de los que se tenía “poca o nula información”.
La manera en que se involucra a las
personas supera el rol de puros espectadores: son un componente activo del
estudio científico, con un rol vital en el manejo del problema a gran escala;
aportan en la generación de conocimiento y en la educación de temáticas
importantes para el desarrollo y la sustentabilidad.
Se genera un vínculo entre la temática y
la comunidad: por ejemplo, las escuelas replican las investigaciones en
contenidos educativos y los científicos ciudadanos son involucrados en la
validación e interpretación de los datos que recolectan. Se buscan, en
conjunto, soluciones específicas para un problema que haya en esa
zona. Las aplicaciones son un medio más amigable que otras herramientas,
que si bien son más precisas “para la gente, son más difíciles de usar”.
La metodología
de la ciencia ciudadana o participativa consiste en involucrar a aquellos que no necesariamente tienen una educación formal en
ciencia, para ayudar a contestar estas preguntas científicas. A su vez, los
proyectos se vinculan a bases de datos nacionales e internacionales. Los datos
recolectados por el equipo de GeoVin, y por Caza Mosquitos, alimentan al
Sistema Nacional de Datos Biológicos (SNDB). El SNDB tiene nexo con la Global
Biodiversity Information Facility (GBIF), un registro mundial de la
biodiversidad.
Otros proyectos de ciencia ciudadana Hay proyectos para estudios astronómicos masivos, distribución de la biodiversidad, problemáticas de introducción de especies exóticas, estudios de genética poblacional humana o de contaminantes emergentes. Hay componentes de ciencia ciudadana en proyectos de ciencia básica o aplicada.
Estos proyectos son exitosos sí logran
involucrar a la comunidad objetivo y mantenerla en el tiempo. Eso requiere
esfuerzos importantes de los grupos coordinadores, que sean
multidisciplinarios, que haya fondos e infraestructura para su mantenimiento.
Los proyectos de ciencia ciudadana no
pueden, ni deben, suplantar a los proyectos tradicionales de ciencia. Son un
complemento que involucra a las comunidades en la ciencia, útiles para
contestar ciertas preguntas científicas, y que indefectiblemente contribuyen a
la educación sobre temáticas científicas.
Existen proyectos de ciencia ciudadana centrados en la plataforma ArgentiNat (una versión de iNaturalist adaptada para nuestro país) que ya cuenta con más de 150.000 datos, y sirvió para recolectar material fotográfico de especies de insectos que sólo aparecían en registros históricos.
Aplicaciones fuera del ámbito científico La ciencia ciudadana es un componente dentro de la ciencia abierta. Es decir, los resultados de estos proyectos (datos finales, informes, trabajos científicos, etc.) y los productos intermedios para alcanzarlos (datos primarios, código fuente de las apps, etc.) son de libre acceso y pueden ser utilizados por cualquier persona o institución. Todo lo que se genera como producto de la ciencia participativa puede ser utilizado por cualquier actor estatal o privado para generar nuevas herramientas o soluciones tecnológicas. Cualquier municipio puede acceder a los datos que se recolectan con Caza Mosquitos o GeoVin en tiempo real. Puede emplearlos en el desarrollo de estrategias de manejo para los vectores de enfermedades o pueden utilizar la aplicación para que los agentes de salud hagan recorridos en los barrios con planes de monitoreo o fumigaciones.
Aportes obtenidos a partir del uso de las apps Reforzaron lo que ya veníamos conociendo. Respecto a la distribución de los insectos, los factores vinculados a la degradación de los ecosistemas acuáticos. Esto es normal en los primeros años de cualquiera de estos proyectos, pero a medida que se expanden, y recibimos información de lugares que no habían sido muestreados, mejoramos nuestro conocimiento sobre estos temas. Además, a ser ciencia abierta, cualquier persona u organización puede contribuir a solucionar la problemática desde el punto de vista que quiera. En el componente educativo conseguimos un alcance grandioso en escuelas. Los chicos se involucran y juegan con la app, e incluso logran involucrar a sus familiares. Van varias veces que nos contaron que en su casa siguieron sacando fotos a mosquitos; identificaron criaderos en sus patios o visitaron el arroyo que pasa por el pueblo. La cantidad de usuarios crece de manera exponencial, del mismo modo que los aportes a diferentes aristas de investigación y educación Fuente: Suplemento Universidad, Página 12, 7 de mayo de 2020
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